Fin de fiestas.
Fin de Fiestas.
Por fin.
Aunque la fiesta del mes de agosto, en esta, nuestra sociedad, parece calurosamente indefinida.
No hay ningún mes mas tonto, insulso y poco fructífero como este octavo mes del año, donde parece ser que sólo se puede hacer, el no hacer nada o casi nada.
Las fiestas anuales para celebrar la cosecha o el esfuerzo realizado durante todo el año, las fiestas para degustar los mejores manjares y poder excederse con las bebidas espirituosas elaboradas con mimo artesano.
Aquellas fiestas de baile y cohetes, esperadas durante los doce meses.
Ahora con alevosía y nocturnidad, las podemos disfrutar cada fin de semana sin tener que buscar excusas para celebrar; incluso si es menester brindaremos entre semana, miércoles o jueves
Bodas, bautizos, comuniones, aniversarios, aprobados, reencuentros familiares, o que me ha parido la gata, son buenas razones para celebrar nuestra fiesta particular; comida, bebida y sonrisa, los signos externos mas recurridos.
*En la foto: Traslado de la Virgen del Rosario en San Mateo. Uno de los actos mas tradicionales, compartido y eje de las fiestas del pueblo.
De entre toda la fiesta, me encanta la tradición que perdura, los detalles que pasan de generación en generación contando historias y vivencias, folklore popular que une ideas y personas, esfuerzos colectivos y estética del respeto.
Virgen, iglesia, baturras, priores, cogederas, procesión, dance y gaiteros, vermut y horchata, autoridades y paisanos,
Muchas palabras que las tenemos que sentir y guardar con cariño como los botijos de Agost.
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