¡Que locos están estos romanos!

¡Si el César Augusto levantara la cabeza!...
Vería a una cuadrilla de locos jovenzanos y no tan jovenzanos, bajo un sol aplacador, repicando con espátula y cepillo, cuidadosamente, a la búsqueda del misterio de vivir.

¿Hemos evolucionado?
Hemos cambiado las lucernas por las bombillas eléctricas, las noches de invierno serían diferentes sin nuestra calefacción central, el agua embotellada en plástico no es la misma que bajaba por el río de la iberia, el Ebro.

Ayer los móviles no paraban de sonar, ¡viaja nuestra señal tan rápido!
También aquí llegaban perfumes de Egipto y las artesanías itálicas, pero con otro ritmo.

¿Somos menos salvajes y violentos?
En este lugar, por lo visto hace más de 2000 años, saquearon y quemaron la ciudad.
Aquí, en el siglo XXI, siguen existiendo especímenes que saquean y queman y matan.

Nuestro placer como ceramistas, es saber que seguimos transmitiendo este oficio que apenas ha evolucionado, la cerámica es un lenguaje real de la historia.

Nuestra tristeza como humanos es saber que este oficio se acaba, que ya no es necesario para el misterio de vivir.

Ya nadie necesita cántaros, lucernas, morteros, tinajas, jarros ni vasos,…

¿Sabemos lo que necesitamos?