Conducir en torno.
Mis manos han retomado la rueda del torno en el que aprendí.
1979, Malgrat, Barcelona, verano. En la bóvila de los Margall descansaba un torno muy rodado, estructura de hierro, rueda de hierro, motor fuera de servicio.
Mi pierna derecha sería la sustituta de aquellas poleas obsoletas, se necesitaba bastante potencia para mover aquella rueda de hierro fundido, el esfuerzo me regaló rápidamente la satisfacción de crear mis primeras piezas.
En aquella estancia no había electricidad, pero la ventana abierta me ofrecía todo lo deseable por los antiguos alfareros: luz, aire, compañía y cerca un gran horno donde no paraban de cocerse ladrillos.
Mi ropa de trabajo: camiseta de tirantes, mis zapatillas favoritas y un bañador donde poderme restregar las manos embarradas.
La arcilla era de la Bisbal y la barbotina escurría directamente sobre mis piernas, todo un lujo.
1979, Malgrat, Barcelona, verano. En la bóvila de los Margall descansaba un torno muy rodado, estructura de hierro, rueda de hierro, motor fuera de servicio.
Mi pierna derecha sería la sustituta de aquellas poleas obsoletas, se necesitaba bastante potencia para mover aquella rueda de hierro fundido, el esfuerzo me regaló rápidamente la satisfacción de crear mis primeras piezas.
En aquella estancia no había electricidad, pero la ventana abierta me ofrecía todo lo deseable por los antiguos alfareros: luz, aire, compañía y cerca un gran horno donde no paraban de cocerse ladrillos.
Mi ropa de trabajo: camiseta de tirantes, mis zapatillas favoritas y un bañador donde poderme restregar las manos embarradas.
La arcilla era de la Bisbal y la barbotina escurría directamente sobre mis piernas, todo un lujo.
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