Choco
Choco ya no está con nosotros.
Hoy ya no nos ha acompañado en el paseo matutino.
Su enfermedad arrastrada desde hace años, el maldito mosquito, sus cojeras permanentes, aun con todo
esa fuerza animal que prescinde de los dolores y menea el rabo ante un hueso chupado y sabroso.
Recuerdo que llegó a Zaragoza tras una larga noche en un camión de Seur, venía de Ubrique (Cadiz), por esa zona sus antecesores turcos habían llegado hace muchos años para acompañar a los rebaños ovinos que debían cruzar la península ibérica en dirección al norte de Europa.
Choco llegó a nuestra casa con la intención de acompañar a Trufa, perra de su misma raza con la que además podría disfrutar de sus instintos procreadores y ampliar la familia en el Saso. Esta circunstancia nunca se produjo, en su relación se dio lo que algunos expertos denominan hermanamiento, la hembra en celo no reconoce al macho, debido a su convivencia habitual. Choco lo pasaba mal, muy mal; eran días de locura en casa, en el taller; aullidos suplicantes y rechazo de incisivos constante.
Buena gente, poco ladrador, nada mordedor, fuerte y cachas hasta que le picó el mosquito, obediente fiel, peludo rasta y tranquilo hasta el final.
Esta tarde han venido unas crías pequeñas por casa y me han preguntado:
Y Choco?...?
Lo habrían visto tres veces, ya lo echaban en falta
En mayo de este año hubiera cumplido seis años.
* Foto: Choco, Laura y Andrés en Riglos (Huesca). Enero 2004.
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