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Pepe Alcrudo (1918-2010)

Pepe Alcrudo (1918-2010) El tío Pepe nos ha dejado.
Ha descendido el último escalón que le quedaba para engancharse a esta vida terrenal.

El apellido Alcrudo que me ha dado mi madre, me hace orgulloso de la historia de mi abuelo y su hermano fusilados en la guerra civil, de mi tío Pepe con 18 años y de mi madre Esperanza con 11, afrontando la vida, con realidad, futuro e ilusión.

Los primeros recuerdos del tío Pepe eran junto a su mujer Carmen en la librería de la calle Costa, cuando pasábamos por allí de paseo (yo con pantalón corto) siempre aparecían al fondo del local. Mas tarde, después de operarme de fimosis o tal vez convaleciente de una gripe infantil vino a verme a casa con unos cuentos debajo del brazo, lo recuerdo sentado en mi cama plegable desplegada.

A los quince años quería comprarme una moto, como necesitaba dinero conseguido con esfuerzo, el tío Pepe me ofreció trabajar en la librería para poder compaginarlo con mis estudios en Dominicos.
La librería quedaba al cruzar la calle de mi colegio, en la plaza San Francisco, pura antesala de la “Ciudad Universitaria”, allí ordenaba libros, conocí a importantes catedráticos que venían imantados por la librería Pórtico, observaba, aprendía y me sorprendía.

De repente comencé a pintar, papeles, lienzos, musas y modelos; el tío Pepe me dejó un rincón de su almacén en la calle Santa Cruz de Tenerife para desarrollar mi creatividad. Amigos, amigas, pintura y moscatel, cintas de cassete y almohadones, 16 años,…

Después de mis estudios de artes en Barcelona, realicé mi primera exposición en el año 1979 en Zaragoza. Mi madre me suele recordar como el tío Pepe a la vez que le sacudía en el hombro le dictaminaba: “¡Hermana, has parido a un artista!”.
Viniendo de la persona que había creado e impulsado el grupo Pórtico de pintura abstracta en el año 1947, aquellas palabras eran un lujo.

Mis exposiciones en Zaragoza se prodigaron en los siguientes años y siempre Pepe aparecía como mi principal invitado; los vinos, las palabras, el después… con sus 60 años tenía la capacidad de ser nuestro colega.

Me compró alguna pieza que siempre colocaba en lugares privilegiados entre tanto arte que le rodeaba, me invitó a exponer en alguna colectiva con firmas bien reconocidas, apoyaba el arte, la cultura, con pasión, con agradable conversación, disfrutando de la vida.

El último vino juntos nos lo tomamos en el Beerland, el mismo local donde había estado la Librería Pórtico. Todo se va transformando pero quedan los recuerdos y los sentimientos. Hoy el vino me lo tomo solo, pero levanto la copa a su salud que sería su deseo.

Gracias Pepe, ¡que suerte poder haber podido compartir juntos pequeños y grandes momentos!.

* La foto es de Esther Casas, fotógrafa del Heraldo. La hizo en el 2006 en casa del tio.

1 comentario

José Manuel Martín -

Mis condolencias por la muerte de su tío, lamentablemente a nuestra edad, toca vivir estos malos momentos. Siento tambien lo de su abuelo y su hermano, fueron unos momentos muy tristes e injustos.Una vida plena, merece tener buenos recuerdos.

Un saludo.