Hornada en Naval.
La hornada comenzaba a medio día. Los fardos de aliaga, romero y boj ya estaban secos en la parte alta del alfar. Poco a poco se iba introduciendo la leña por la boquera del horno. Los dos alfareros del pueblo se ayudaban en las hornadas, era una responsabilidad mutua, una complicidad gremial. Al llegar la noche el ritmo de carga del horno aumentaba y era necesaria la participación de los dos. El claro de luna se compartía con los cigarros, las charradas, el calor iluminado del horno y alguna media cabezada de descanso.
Después de casi dieciocho horas, antes del amanecer ya se habían sacado la muestras de la parte alta del horno para controlar el color y el sonido de la arcilla, el maestro alfarero estaba a punto de dar por concluida la cocción, el olor a humo, el sudor y la satisfacción de haber dado vida a tantas piezas daba paso al descanso.
En la foto: Ángel Echevarría atizando la boquera del horno.
Después de casi dieciocho horas, antes del amanecer ya se habían sacado la muestras de la parte alta del horno para controlar el color y el sonido de la arcilla, el maestro alfarero estaba a punto de dar por concluida la cocción, el olor a humo, el sudor y la satisfacción de haber dado vida a tantas piezas daba paso al descanso.
En la foto: Ángel Echevarría atizando la boquera del horno.
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