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fernandomalo

El Cristo de Calatorao.

El Cristo de Calatorao.

Nunca me podía haber imaginado que en una semana iba a poder disfrutar tanto de dos imágenes de Cristo.

Considerándome agnóstico, descubro en estas esculturas la fuerza del artista que las creó, siento la época en que se realizaron, imagino el escenario.

La semana pasada en Alquézar disfruté del Cristo de Lecina en la proximidad, descolgado de su espacio habitual, ya tenía admiración por él y sigo manteniendo su especial atracción.
Anteayer viaje a Calatorao por asunto de azulejos, había oído hablar y visto en alguna reproducción a su Santísimo Cristo, pero no era el motivo que me llevaba allí ni mi intención el ir a visitarlo.
Don Clemente el cura, me abrió las puertas de su iglesia, encendió las luces de la capilla, la escenografía estaba dispuesta para disfrutar, cuando vi al Cristo colgado a lo lejos sentí ser un privilegiado. No me atrevía a acercarme hasta que don Clemente me dio la confianza y la recomendación de situarme justo debajo. Vaya impresión!, él me contaba historias que ha repetido cien veces, me dijo: toca!, toqué la talla de los pies, los huecos internos que solo ha podido esculpir alguien cercano a los “ángeles”.
Desde cualquier situación, el Cristo cambia, habla de distinta manera, es una persona viva, agonizando con las venas hinchadas, una persona colgada en la cruz de unos clavos, los párpados, sus brazos, el brillo del abdomen, las betas de la madera, las piernas y sus impresionantes pies.
Esta imagen data de 1520.

Todo un lujo para creyentes y ateos, un lujo para admiradores del arte.

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