Seguimos abrazando a la vida.

Hace días que abracé este árbol, me queda su energía, entre tanto he abrazado a amigos, conocidos y familiares.
Hoy hemos entrado con Lourdes al taller de diminuidos psíquicos, era el momento del almuerzo, sus envoltorios de papel de plata estaban muy controlados por sus manos, era un momento especial.
¡Que sensación de alegría común al encontrarnos, en su cara y en la nuestra!
Isabel, Javi, Gonzalo, Jesús, Antonio y un montón de colegas más, optaban por atrapar su bocadillo de la taquilla, acomodarlo en el bolsillo de la bata.
Esos abracicos que me han dado, me han transmitido la magia de su energía, vaya gente! Y me preguntan ¿Vas a salir hacer barro?, Hay que joderse!
Mi clavícula y yo, no teníamos ninguna intención de optar por salir este año al rastrillo de nuestro pueblo, por muchas (grandes y pequeñas) razones.

Todavía siento el abrazo, la expresión y ese deseo de compartir un día festivo viéndome trajinar en el torno.

Sentir que una persona especial esta esperando que llegue ese momento para compartir un rato de comunicación, de disfrutar, de encantamiento, merece la pena.
Por una vez me puedo sentir mago, contar historias con mis manos, dibujar ilusiones con mis dedos, abrirme a los abrazos de quien quiera…

Esta próxima semana (todavía estoy con la baja), voy a intentar entrenarme en el adiestramiento del torno, que gustazo! Ya quedamos pocos torneros, sin duda somos una especie en extinción.