Preparando la exposición 2.
En esta imagen aparece el azulejo, después de un tratamiento especial de texturas y líquidos.
Ahora ya está preparado para cocerlo a una temperatura de 980ºC.
Solo queda la última palabra del horno, su magia, que transforma la alquimia de los elementos en un resultado a veces imprevisible, a veces sorprendente.
Esta es la autentica peculiaridad de la cerámica frente a otras técnicas plásticas, ese misterio que el fuego ha de crear.
Es la suma de una trayectoria de experiencias que descubren los secretos de la arcilla, su riesgo, sus alegrías y sus llantos.
Alcanzar la temperatura, ser sosegado para abrir el horno al día siguiente, sin prisas, dejando descender cada grado en la superficie vitrificada de nuestro cuidadoso trabajo, de nuestra emoción, de esa ilusión, del trazo, de la sorpresa.
El ceramista, sabe porqué ha escogido su oficio, sabe que pertenece a una minoría en extinción.
0 comentarios