Utebo, siempre.
La visita a la torre de Utebo siempre merece la pena.
Cualquier excusa es válida para disfrutarla, para contemplarla.
Lo difícil es saber mirarla con el espíritu virgen, sin prejuicios, buscando la belleza.
El arte, como la vida, siempre merece la pena.
No necesitamos excusa, es el presente.
Lo complicado es saber que cristal utilizamos para mirar, para alimentar nuestra realidad.
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