De camino al Torreón Fortea.
Hoy la empresa de transporte ha venido puntualmente a empaquetar y llevarse las piezas de la exposición.
El taller se ha quedado bastante despejado, mi espíritu liberado y con una brizna de pena.
He tenido la sensación de mandar a mis niños de campamento una larga temporada, me he quedado descansado, sé que están cerca y los visitaré a menudo. Sé que el mismo viaje que han hecho de ida lo harán de vuelta, casi seguro, lo que no sé es si otros hermanos les habrán quitado su habitación, su espacio.
La exposición ya está; nueve meses de ensayos, barros, fuego y vueltas de cabeza.
Ya está; muchas cosas que cambiar, que mejorar, que añadir; vivencias y experiencia.
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