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fernandomalo

Comida campestre.

Comida campestre.

Caminando con mi amigo Manolo esta tarde pisábamos cagadicas de oveja, le contaba que eso era imposible en el paseo Independencia de Zaragoza, allí pisan chicles secos de colores, cáscaras varias, colillas y alguna chapa…además de vez en cuando pasan una máquina limpiadora de chicles.
En los bordes del camino solo nos acompañaban cardos secos y erectos, nos saludaban a nuestro paso, enorgullecidos por el invierno, montañas de piedras que según algún creativo mediático podría ser una instalación artística relevante,... risa, risas para los que han conseguido agruparlas.
La inexistente contaminación sonora ha dejado libre el sonido del viento, el aire quería transportar olores, tierras.
También hemos hablado de la risa y del llanto; camino, naturaleza y la digestión acompañada de vino tinto nos resultaban placenteras. Impresionante el rancho de MªCarmen.

Un coche ha parado en el camino, hemos subido pagando nuestro peaje de libertad, viento y realidad.

Las dudas de nuestros sentimientos quedan flotando.
La risa dada por la felicidad, el momento placentero siempre necesario y recomendable para mantener la vida, la vivencia, esa especial y compartida alegría de vivir.
La compañía del llanto por la realidad de lo mundano, imágenes que también una canción puede provocar, la visión borrosa a causa de las lágrimas, experiencia compartida que no diferencia la alegría de la tristeza.

En la foto: otro paseo, el de esta mañana, descubriendo lo difícil que es pintar de verde nuestro paisaje ondulado atiborrado de piedras.

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