Sábado con amigos.
Después de compartir vermú y visita cultural por la comarca de Monegros, hemos comido en lo alto de la ermita de Magallón de Leciñena, hasta hartarnos de esas raciones inmensas para buenos comedores, chicos grandes y devoradores de platos.
El otoño fantástico, cielo y temperatura insuperables, café y tertulia, sábado con los amigos.
Pilar y Juana, de regreso a casa, me han descubierto su huerto, esas inmensas hojas verdes luciéndose, otras luchando para crecer, brócoli y coles escondidas, esa lechuga arrancada de la tierra, esa lechuga, la más hermosa, ofrecida como amigo, ese milagro de la tierra.
Este San Mateo nuestro, este pueblo de nuevas calles, adosados y problemas de aparcamiento, este pueblo de polígono y grúas, este mi pueblo todavía esconde los rincones de mis paseos matutinos con mi perro Iglú hace quince años, por mi antiguo barrio de los huertos.
Me entusiasma encontrarme con ese pueblo que me atrajo para venir a vivir, sigue existiendo, aunque por desgracia cada día está más escondido.
0 comentarios