Mural de Letux.
El trabajo en el taller, no siempre es un camino de rosas.
Siempre presumo de disfrutar de mi trabajo, con mis amigos, con mis hijos, siempre presumo porque así lo deseo para los demás.
Pero no siempre el trabajo en el taller es un encuentro compartido de sonrisas, alegrías y relajación.
Hace un rato, por fin, he acabado con un pequeño mural de encargo que nos ha obligado a esforzarnos y sufrir un poquito.
En febrero mi cliente, me pidió el mural de la iglesia de su pueblo para su oficina, en marzo me rompí la clavícula, viajé para hacer la fotografía al edificio, esta semana decidimos atacar el mural; ayer Loli y Angeles durante toda la mañana perfilaron las líneas directrices, hoy hemos intentado rematar, por la tarde Andrés también ha querido meter mano, por fin lo he firmado y cortado.
Estos encargos se van reteniendo inconscientemente, el reto ante lo figurativo no sabe de horas y del esfuerzo artesanal.
El mural recién cortado, sólo de modelado ya lleva 23 horas, ahora queda repasar, numerar las piezas, bizcochar, esmaltar, pintar y cocer.
Si el resultado final es acertado, sólo quedará encargar el soporte para la pared, el transporte y la colocación en su ubicación definitiva.
El proceso es largo y a veces poco gratificante.
Afortunadamente, no todos los encargos son iguales.
1 comentario
cesar montalbán -
Saludos, un letujano.
César