El padre Ebro.
Esta mañana he bajado a contemplar la bravura de nuestro padre Ebro.
Gracias a sus aguas se creó la ciudad donde nací.
Actualmente cuando viene la crecida, los satélites, la radio, televisión, nos previenen del sobresalto. Hace cien, doscientos, mil años, cuando llegaba la crecida tenía que cogerte confesao.
La expectación era grande, el Puente de Piedra, la ribera del Pilar, el nuevo paseo de la Expo, un espectáculo gratuito.
La sabiduría popular ya predice que nunca llueve a gusto de todos, pero la sensación que me ha quedado esta mañana sintiendo pasar el agua arremolinada, a toda velocidad, con sonido, bajo mis pies, la sensación era de vida.
Que se repita muchas veces la riada, que nos coja confesaos, que siga dándonos vida.
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