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fernandomalo

Tócame, página 10 - 11.

Tócame, página 10 - 11.

TÓCAME Y BUSCA


Como un hambre… el tacto en la arcilla, en lo blando de la arcilla, en esa cruz del sur que dormita en el centro de la arcilla para tornarse pieza recién hecha o nada… como un hambre de las manos que buscan en su cóncava estructura la curva y el volumen, y el trópico frutal del esqueleto, los peces y las calmas, los signos y sus furias. La miro como a una amante nueva, esa amante por hacer todavía que gime un ‘tócame’ que sabe a fiesta y a dama antigua… ‘tócame y busca el hondo sentido de mí, cada puerta y su origen, cada rincón perdido, cada cruz, cada espalda, cada nido discreto donde posarte.

Tócame y encuéntrale sentido a mi corola y al aceite, a la lumbre que despereza el frío que contengo, el frío en el que ardo si tus manos no están. Tócame, que soy coreografía por hacer buscando el tacto, que soy los montes que imaginas y las simas que llevas en tus hombros como cruces o escapularios. Traza en mí la forma y el capricho, modela lo que soy, lo que estoy siendo mientras tocas este hambre de ser forma, estatura, volumen, dimensiones…’ El mar incontenido de las manos, sus simas y sus sismos cuando tiemblan, su vértigo dorsal hecho de dedos, su voluntad de arena, sus criaturas próximas –las que están por hacerse desde el tacto–, su forma de apretarse en la caricia, su voluntad de puño o palma abierta, su empeño dactilar –que te contiene como único señor en los papillos–, los blandos interdedos como pulpos… y esa eme inicial marcada en cada mano, diciéndote a los ojos que hay una sola muerte en cada tacto tuyo, una muerte que es forma terminada y agotada del tacto con ese no ser lánguido que lo patina todo.

Fernando Malo, absorto, posa sus manos tibias sobre el engobe fresco y hay un algo Houdini que hace huir a lo informe al sentir la caricia del quirocreador… y va tomando vida lo que no estaba hecho por los dioses absurdos para el latido cierto y el temblor diletante de quienes lo perciben asombrados.

Tócame hasta que tus pupilas te digan que estoy hecho.


Luis Felipe Comendador

Béjar, 2009

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