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fernandomalo

Ya estoy en casa.

Ya estoy en casa.

Mi cabeza todavía no distingue entre el bien y el mal, apenas dos días en casa, disfrutando de ese olor que deja la lluvia en la puerta de mi casa, disquetes con fotos y música, catálogos, tarjetas y postales tricolores repletas de cerámica.

Auriculares conectados entre el tango y esas guitarras de la kabilia, empiezo a recordar, una carpeta repleta de recuerdos cerca de mis colegas argelinos, el baile de la última noche, innumerables besos en las dos mejillas, miradas penetrantes, compartimos el pescado, el burak, la pausa-café, piedras romanas y baño en el mediterráneo.

En el meridiano sur la piel y sus ancestros siempre encuentran paralelismos geográficos, esa manera tan maravillosa de enseñarme a hablar, el mate amargo, mucha historia cerámica, para envidiar.

Amigos y colegas de tres semanas, que importa donde estemos, unos quieren viajar y no pueden, otros lo desean y no les dejan, podemos encontrar el paraíso deseado si lo buscamos en nosotros y lo podemos compartir.

Gracias a todos con los que he podido compartir un suspiro, una sonrisa, una mesa, un brindis, una ilusión y una voluntad. Gracias por poder compartir.

En la foto: atento a la charla compartida de mi buen amigo y maestro Javier Fanlo, Tipaza (Argelia).

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